Con la promesa de garantizar el orden y la seguridad pública, el Movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik) se situó a menos de tres puntos de la segunda fuerza política, la gobernante socialdemocracia.
El voto protesta contra el plan de ajuste del Gobierno en medio de una crisis que golpea con especial virulencia al país, ha llevado en volandas a Jobbik y a su cabeza de lista, la abogada de derechos humanos Krisztina Morvai.
Como antiguo miembro del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer en la ONU, la futura eurodiputada tiene un currículum que no se ajusta a lo que se podría esperar de una política ultraderechista.
De cuidada imagen, Morvai niega ser antisemita o racista y asegura que no quieren servir a las altas finanzas de forma que Hungría se convierta en una colonia, las personas se hundan en la pobreza y sean esclavos en su propio país.
Ante la insistente crítica de su discurso xenófobo, la abogada, de 46 años, señaló en una reciente declaración escrita que "estaría contenta si los llamados judíos patriotas húngaros fueran a jugar con sus pequeñas pollas circuncidadas en vez de demonizarme".
Esta frase causó fuertes protestas no sólo de parte de la comunidad judía del país,
El primer ministro, Gordon Bajnai, calificó a Jobbik como un "partido extremista" cuya irrupción es un "enorme problema".
La inquietud de sus vecinos
Los lemas irredentistas en "defensa de la tierra húngara" han despertado también la inquietud en Serbia, Rumanía y Eslovaquia, donde existen importantes minorías magiares.Una de las prioridades de Jobbik es luchar por la autonomía de los magiares que viven en los países limítrofes.
El primer ministro eslovaco, Robert Fico, ya ha asegurado que el éxito de la formación es "una causa de inestabilidad" y también el Gobierno rumano se ha mostrado preocupado por la victoria de los extremistas magiares.
Jobbik cuenta entre sus filas con la llamada "Guardia Húngara", una milicia paramilitar de incuestionable parafernalia fascista a la que se acusa de instigar una campaña contra la comunidad gitana.
En los últimos meses fueron asesinados cuatro gitanos y muchos acusan a la Guardia de contribuir a la tensión y los prejuicios contra el estimado medio millón de personas de esa etnia.
La Guardia ha desfilado por arrabales romaníes en las zonas más deprimidas del país para protestar contra lo que ellos definen como "el crimen gitano", a pesar de que las estadísticas oficiales no separan los delitos por origen étnico de los acusados.
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